Entradas

Has sufrido un trauma, como actuar.

Todos en mayor o menor gradohemos sufrido un trauma. Pero¿como actuar?

El otro día hablando entre amigas, una de ellas nos contaba como se había llevado un buen susto en el trabajo. Trabaja con niños pequeños, así que el susto como cabía esperar, fue de campeonato…

Acto seguido otra de ellas también relató cómo se había asustado con el atragantamiento de un familiar, y no tardando, minutos después, yo también les contaba cómo una vez me corté accidentalmente con un cristal y lo mucho que me había angustiado.

Todas estábamos hablando de lo mismo y teníamos algo en común: EL TRAUMA.

Y es que ¿quién no tiene un pequeño trauma por ahí rondando?

Y es que ¿qué hacer cuando uno tiene un trauma? Y se corta como yo accidentalmente y de repente está sola viendo salir muchísima sangre, sin saber qué hacer… O cuando uno ve por casualidad un accidente de tráfico en el que alguien fallece trágicamente… O cuando nos atragantamos por casualidad con un cacahuete… Ni qué decir de aquellas profesiones de seguridad, como policías o bomberos, que se encuentran las más recónditas e inesperadas situaciones traumáticas…

¿Qué hacer esos días después? Dependiendo de la gravedad del trauma, acudir a un profesional en muy primer lugar, y valorarlo en segundo, aun cuando el trauma parezca un susto “cotidiano”.

Y por si fuera poco, y en cualquier caso… Yo añadiría además que…

LOS DÍAS SIGUIENTES

Que mejor ejemplo de trauma que el que tubo Janet Leigh en la pelicula Psicosis.

Ese mismo día y los días siguientes son muy normales los síntomas de shock. Estos son: quedarse sin habla, como con apatía, no sentir incluso los propios sentimientos… Que te falte el apetito… O inclusive el sueño… Porque el shock, aunque no lo parezca, responde a un estado de sobre elevada activación y alarma, en el que nuestro sistema nervioso central decide bloquearse para evitar más sufrimiento…

Y además de los síntomas del shock, como no podían faltar, también serán normales tanto los síntomas físiológicos de la ansiedad, en forma de nervios, sensación de ahogo, presión en el pecho, sensaciones de estómago, etc. Como los síntomas psicológicos, que pueden presentarse en forma de pensamientos negativos sobre el acontecimiento, recuerdos recurrentes, imágenes y también serán habituales las pesadillas.

NO REPRIMAS EMOCIONES

En estos momentos, será importante que no nos reprimamos. Que no reprimamos nuestras emociones sobre todo, tanto si nos apetece romper en llanto, como reír minutos después… Saltar y tomarnos una caña… Es importante que no reprimamos aquello que nuestro cuerpo necesite liberar. Y es que todo lo que sucede en nuestro cuerpo, como la fiebre o la tos, la alegría o el llanto, tienen una función beneficiosa para nuestro organismo que debemos respetar.

Lo importante en estos momentos es dejarte estar. Olvidarte de máscaras y de convencionalismos. Lo importante no son los demás, lo que hay que aparentar, o la vergüenza que hay o que no hay que pasar. Lo importante aquí es tu salud mental y tu bienestar. Y tu compromiso con tu cuerpo es atenderlo.

DATE TU TIEMPO

No te exijas. Yo me llevé un buen disgusto con el corte del cristal, estuve días un poco apática, rara y extraña conmigo misma… Pero me dí tiempo. Tiempo para digerir emocional y psicológicamente lo sucedido. Desacelerando un poquito en mi día a día y permitiéndome estar de la manera que fuera la que necesitara…

Poco a poco, “el susto” irá pasando… Se quedará ahí grabado por mucho tiempo, claro que sí, es un aprendizaje valioso para la supervivencia de tu organismo… No obstante, que no cunda el pánico, no se quedará ahí ni así para toda la vida. Si le das la atención y el espacio que merece, tu cerebro lo ordenará y guardará en un lugar seguro donde no alborote demasiado…

HABLA, HABLA, Y CUENTA

No te lo quedes todo dentro. No lo evites. No quieras borrarlo de tu cabeza y que no aparezca, o aparecerá con más fuerza.

Tu cerebro está asustado, quiere que le prestes atención. Quiere examinar minuciosamente ese recuerdo, darle vueltas, explorar opciones, pensar alternativas, fijarse más en los detalles, compartirlo con otros a ver cómo lo ven ellos… Quiere entender el acontecimiento, y sobre todo quiere controlar la situación por si acaso volviera a suceder. Permíteselo.

Para ello, explora esos recuerdos recurrentes que de repente se encienden en tu mente, habla sobre ellos, cuéntalo, cuéntaselo al que sea: a la cajera del súper, al mecánico del coche, a la vecina del quinto, o al panadero… Cuanto más saques, y más explore tu cerebro más y más segur@ te irás sintiendo. No tengas miedo a ello, son recuerdos que generan ansiedad y desconcierto, es verdad, pero ya no pueden hacerte daño. El daño ya pasó.

¿TODO FALLA? NECESITAS UN PROFESIONAL

Hablamos de que, en cierta medida, es normal sufrir un shock, ansiedad, insomnio o pesadillas… Sí… Pero ¿cuándo decidir si necesitamos o no un profesional? ¿Cuándo termina lo normal y empieza lo patológico?

“Cuando nuestra vida empieza a verse afectada” sería la respuesta perfecta. Cuando estamos hablando de un “trauma” con una gravedad leve y sufrimos los síntomas que he descrito antes, por ejemplo un par de días, unas semanas, pero aún así podemos seguir haciendo nuestra vida normal. No es necesario que acudas a un profesional. No obstante piensa que un profesional ayuda y acorta los tiempos y las intensidades del sufrimiento. Y que una sesión a tiempo son muchas noches durmiendo tranquilamente…

Ahora bien, si estos síntomas empiezan a salirse de lo normal, por ejemplo, evitamos el coche si vimos un accidente, cogemos la baja, no podemos incorporarnos al trabajo, nos cuesta hacer nuestra vida diaria, o cualquier limitación afín, por pequeña que sea, en nuestra vida diaria: es sin duda alguna un motivo imperioso para recibir terapia psicológica.

De no hacerlo así, estamos poniendo en riesgo no solamente nuestra salud actual, sino nuestro bienestar en un futuro. Ya que probablemente estemos hablando de un Trastorno ya con entidad propia, de sufrimiento y limitaciones superiores…

¡Y eso sí que debería asustarnos!

Patricia Merino López